Varias formas y estrategias del autocuidado pasan por reconocer que no estamos solas, que aunque, ciertamente, muchos de nuestros procesos tienen que ver con nuestra fuerza y voluntad, también necesitamos ayuda, señales, mensajes de todo aquello con lo que estamos conectadas, aunque todavía no lo sepamos. Después de tantos siglos y tantas vidas en las que apagaron nuestra intuición a punta de persecuciones, burlas, violencias y más, es normal que nos cueste trabajo escucharla.
El autocuidado para la autosanación tiene distintas dimensiones que se mueven entre lo externo, lo interno y sus bordes. A veces necesitamos mirar hacia afuera, a nuestras amigas, amoras, compañeras de linaje o no, familia elegida, aquellas con quienes nos conectamos en los rituales de la Luna o en nuestras menstruaciones. Ellas/elles siempre son necesarias. Sólo con estar, escuchar, compartir, o la forma que tengan de estar.
En la dimensión externa se encuentra también nuestra alimentación, el cuidado de la cuerpa, y nuestros vínculos amorosos y relacionales. En esta dimensión están las prácticas que realizamos hacia afuera: hacer nuestro huerto, estudiar, cocinarnos, darnos un bañito de flores, el reconocimiento de nuestros límites, de nuestro placer y cómo nos miramos al espejo. Hay otras dimensiones interconectadas entre lo exterior y lo interior, como el amor-conexión por y con la Tierra, con el cosmos, con las Ancestras. Y es aquí en donde podemos situar a la práctica de consultar oráculos y tarots.
La magia para el autoconocimiento: oráculos
Los oráculos han sido, desde la antigüedad, medios a través de los cuales, las deidades, diosas, dioses y Ancestras daban respuestas y mensajes a las personas que lo pedían. Eran consultados generalmente por personas que reinaban y lideraban, quienes tenían la posibilidad de establecer un contacto con las divinidades, más que por su posición social, por sus cualidades y conexión espiritual. De hecho, los oráculos siguen cumpliendo el papel de guías y de consejeros sabios para quienes les consultan.
Existen muchos tipos de oráculos, así como distintas temáticas, culturas, simbologías, filosofías y espiritualidades. En cualquiera de sus formas, los oráculos son una conexión con aquella divinidad en la que cada una de nosotras creemos, a quien pedimos guía y consejo. Son sobre todo una mirada hacia adentro, porque en la interpretación del mensaje o respuesta que nos da un oráculo, está nuestro interior hablando, mostrándose.
Las barajas-oráculo no tienen un número determinado de cartas, símbolos o características, eso depende de su creadora o creadore. Cada carta oracular tiene una imagen con determinados símbolos, suelen ser de entre 20-60 cartas, cada una con un mensaje particular que puede consultarse en el libro que acompaña a los oráculos de cartas y a los mazos de tarot. Se barajan, se colocan boca abajo mientras nos concentramos en la pregunta que queremos hacer, y elegimos una al azar. Ni los oráculos, ni los tarots tienen propiedades adivinatorias, aunque hay personas a las que se les da muy bien la adivinación brujil. Los oráculos son guías que funcionan en la medida en la que escuchamos con confianza la voz de nuestro interior.
La magia para el autoconocimiento: tarots
El tarot es una baraja compuesta por 78 cartas: 22 arcanos mayores y 56 arcanos menores. Los arcanos mayores son cartas numeradas del 0 al 21 que nos cuentan las historias de los ciclos de la vida. Los arcanos menores se dividen en cuatro palos: copas, bastos, espadas y oros, y se relacionan mucho más con sucesos cotidianos. Cada palo tiene una numeración del as (1) al 10, y las cuatro figuras de la corte: paje o sota, caballo o caballero, reina y rey, que en una tirada pueden representar a personas y/o procesos.
El origen de la palabra Tarot está en el vocablo egipcio tar (vía o camino) y rog (rey o real). Se desconoce hasta dónde se remonta su origen, pero sin duda es milenario. A diferencia de un oráculo, los símbolos y significados de un tarot están, de cierta manera, ya marcados, aunque con el paso del tiempo también se han ido transformando en sus elementos, interpretaciones, simbologías y representaciones. Como es evidente, muchos de los significados de las cartas del tarot, al ser “universales” estaban relacionados con simbologías patriarcales. Por fortuna, hoy podemos encontrar muchos tarots con representaciones diversas de mujeres, con reivindicaciones poderosas de estas simbologías, y por tanto, con otras posibilidades de interpretación.
Es importante hacer mención de que las dos corrientes del tarot más conocidas, es decir, las representaciones icónicas que son la base de las simbologías del tarot, fueron ilustradas por mujeres: el tarot Rider Waite, fue dibujado por la ilustradora y escritora Pamela Colman Smith, y las imágenes del tarot de Thot, por la artista Lady Frida Harris. Una de las influencias más marcadas en la forma de hacer las tiradas de tarot actualmente, se la debemos también a una mujer: la escritora y vidente Marie Anne Lenormand, de quien incluso hay un oráculo con su nombre.
La interpretación se guía, en principio, por lo que representa cada arcano o arcana, se apoya en numerología, astrología y la Cábala. También se interpreta en función del tipo de tirada, de la posición y relación que ocupa cada carta en dicha tirada, las miradas de los personajes representados, de las preguntas que haga la persona que consulta, así como de los conocimientos, creencias e intuición de quien lee el tarot. Además de todas estas variantes, el tarot tiene distintos usos, sistemas y ramas. El tarot para el autoconocimiento puede vincularse, sobre todo, con los sistemas: evolutivo, terapéutico, psicoemocional, karmático y con la tarosofía, entre otros.
El tarot, combinado con otras estrategias de autocuidado, puede ayudarnos a trabajar, por ejemplo, nuestros linajes, constelaciones familiares, las lealtades que aprendimos de manera inconsciente de nuestra genealogía, los aspectos de nuestra vida que tenemos que aprender, las heridas ocultas, los cierres de ciclos, los aspectos que hay que sanar, y nuestras potencialidades escondidas, entre muchas otras cosas. Hay tiradas especiales, por ejemplo, para desarrollar la intuición, para saber nuestra misión y servicio en la vida, para conocer las posibilidades de nuestras decisiones y entender nuestro karma. Por la relación del tarot con la astrología y la numerología, es posible también consultar una carta de vida o natal, y la carta del signo zodiacal.
La escucha de la intuición como resistencia
Todas las artes y mancias que se alejan del conocimiento científico y hegemónico han sido históricamente cuestionadas y estigmatizadas por escapar a una explicación racional del saber que producen, porque el patriarcado blanco, privilegiado y colonizador no tiene el control de estas, pues han sido mayormente las brujas, hechiceras, chamanas, gitanas y mujeres poderosas quienes han tenido esta conexión con las divinidades y las ancestras. Estas mujeres han escapado a los cánones establecidos para su género, raza, clase social, nivel educativo y más, a lo largo de la historia, en cualquier sociedad “civilizada” a la que nos remontemos. Sus saberes han sido minimizados porque aún no se alcanza a comprender que no somos sólo seres racionales con saberes aprendidos en instituciones patriarcales -a las que ni siquiera hay un acceso universal-. Somos sentipensantes, somos energía, somos cosmos, somos saber y naturaleza. De tal forma que buscar, de pronto, estos mensajes porque nos sentimos perdidas, porque no sabemos para dónde movernos, ni a donde mirar, es normal y necesario.
Acercarse a los oráculos y los tarots es una forma de resistencia frente a todos los mensajes y estrategias capitalistas-patriarcales que nos impiden conocernos a nosotras mismas, aceptar nuestras sombras y amarnos como somos. Si bien el tarot puede darnos respuestas simples como un “sí” o un “no”, la interpretación no se limita a lo positivo y lo negativo, sino que pueden ser hallazgos complejos que nos guían y aconsejan mirar hacia adentro para reaprendernos más allá de lo bueno y lo malo, para transformar cualquier respuesta en la posibilidad de reconocer lo que hay que sanar, trabajar, soltar, abrazar, sembrar o dejar ir. Pedir la guía de los oráculos y tarots mensajeros es volver a nosotras mismas. El mensaje que nos den estas cartas estará dotado de nuestra propia interpretación, experiencias, historias de vida, y de lo que consciente o inconscientemente sabemos que necesitamos.
El autoconocimiento, como proceso amoroso y denso, requiere echar mano de más de una estrategia. Vivimos en un mundo en el que nos enseñan a cuidar de todas las demás personas, pero cuando queremos ver por nosotras mismas, se nos tacha de locas, malas y egoístas, además de recibir burlas y descalificaciones sobre cualquiera que sea el método que hayamos elegido para sanar -no les conviene que nos convirtamos en expertas de nuestro propio autoconocimiento-. Ni el tarot, ni los oráculos son la excepción; y tal como hemos crecido, adiestradas para dudar de nosotras mismas, es probable que desconfiemos de los mensajes que puedan darnos, pero la intuición y la confianza se desarrollan con la práctica.
La conexión con aquello en lo que creemos también se puede desarrollar a través de la meditación, la reflexión escrita, la conexión con la Luna, los sueños intencionados, el cuidado y cercanía de la naturaleza, la terapia, las amoras, la creación.
No hay nada que conozcamos o hayamos vivido que no esté conectado con todo lo demás, no hay mensaje que nos llegue que sea una casualidad, que no sea una señal para abrir los ojos, despertar, levantarnos, para confiar o detenernos, para encontrar la luz y abrazar la sombra, para mirarnos, cuidarnos y ser compasivas, pacientes y amorosas con nosotras mismas. Son susurros de nuestras ancestras caminando a nuestro lado, dándonos consejos para sanar, diciéndonos que ya lo sabemos todo, que nos transmitieron todo ese conocimiento desde hace siglos a través de su ADN y de su corazón -conectado con el nuestro-, que sólo necesitamos poner atención. Ver. Escuchar. Confiar. Conectar.
Ale Tletlzin
Madre, poeta, activista y bordadora. Autora del Poemario Mudanzas Descarnadas y compiladora de las antologías Autobiografías Rebeldes Vol. I y II resultado de talleres de escritura autobiográfica. Colaboradora de diversas antologías literarias feministas, realiza trabajo académico, pedagógico y comunitario a través de talleres de escritura, bordado, fanzine y collage.
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