por Karla Hernandez Jiménez
Ciudad Paraíso, mejor conocida como Ciudad Parásito, alguna vez había sido El orgullo y la gloria de la Federación Intergaláctica. Ahora simplemente se tambaleaba con el brillo de una estrella muerta.
Eso lo sabía muy bien Trixie. Apenas podía recordar el momento en el qué fue llevada a la fuerza aquel herrumbroso asteroide tan lejano de su planeta natal para que dedicara los años de su juventud a vender su cuerpo al mejor postor cuando apenas era una adolescente.
Esa noche, mientras terminaba su cigarro, sabía que no le quedaba un destino diferente Al de todas y cada una de las noches de su vida.
Exhibió una falsa sonrisa de dientes blancos mientras su aburrido cliente la devoraba lascivamente con la mirada. Aquello no era nada extraordinario para una prostituta experimentada como ella, pero la asustó sobremanera el hecho de que aquel individuo no despegaba la vista de su cuello. Parecía que los saltos de su yugular le causaban cierta fascinación.
A pesar de la mala espina que tenía atorada en medio de la garganta, decidió ir con él.
Una vez en el cuarto, las cosas se desarrollaron de la manera usual para gran alivio de ella. El acto fue el mismo que llevaba años representando.
Cuándo finalmente el cliente estuvo satisfecho, ella le pidió que se retirara mientras se vestía. No era por pudor, sino por precaución.
Se dió la vuelta por un breve instante, pero fue suficiente para que aquel individuo consiguiera inmovilizarla en la cama. Usando todo su peso, el cliente consiguió que Trixie cediera.
Ella pensó que únicamente quería violarla, pero cuando sacó un frasco de cloroformo, pinzas y una gran cantidad de sierras, no le quedó la menor duda acerca de sus intenciones.
Trixie trató de gritar mientras aquel hombre metía el pañuelo empapado en cloroformo justo entre sus dientes. Apenas fue consciente de lo que hizo con ella, únicamente pudo ver el momento en el que le arrebató las manos al separarlas del resto de su cuerpo. Se desmayó cuándo el frío metal tocó su abdomen.
Se despertó de una negra inconsciencia en un quirófano completamente iluminado.
No lo comprendía, estaba segura de que su vida finalmente había terminado a manos de su cliente.
Una voz carente de toda expresión mencionó sus datos desde un altavoz. Todos eran correctos incluso su edad y su verdadero nombre, Marfa H.
Luego de aquella breve verificación, un hombre de bata blanca se le acercó tímidamente. Le dijo que su nombre era Norman Pittsford.
Debido a ciertas casualidades del destino, él se había logrado enterar acerca de lo sucedido con ella.
Le explicó que lo que le había sucedido no era un suceso aislado, por lo visto aquel sujeto actuaba del mismo modo. Siempre escogía una víctima de sexo femenino, preferiblemente prostitutas. Una vez seleccionadas, procedía a drogarlas para poder destriparlas a su antojo.
Aquellos sucesos llevaban semanas ocurriendo y las autoridades aún no hacían nada por componer la situación.
Incluso se hablaba de la existencia de una sociedad que se dedicaba a esa clase de asesinatos, pero no había respuesta y muchas mujeres ya habían muerto.
—Entonces, ¿por qué me salvó?—le dijo ella.
El doctor Pittsford le dijo que estaba cansado de que ocurrieran situaciones como esa, le aseguró que cuando la vio tirada en medio de la basura como si no fuera un ser humano no pudo soportarlo.
—Estabas al borde de la muerte, pero te he reconstruido y dotado de armas para que puedas defenderte en caso De qué vuelva a aparecer un individuo como él.—le aseguró el doctor con una sonrisa melancólica en sus labios—Podrías ser como un ángel exterminador.
No sólo sus intestinos habían sido reconstruidos, sus manos envueltas en un material especial ahora eran de metal como si hubieran sido forjadas en hierro. Sus ojos, alguna vez sin brillo, ahora resplandecían debido al titanio que circulaba a través de ellos. El doctor le aseguró que emitía una luz capaz de atravesar el material más duro y resistente conocido hasta el momento.
¿Y el precio por haberla salvado era acabar con la escoria de Ciudad Parásito?
Por supuesto que lo haría.
No era simplemente una venganza personal, era como un acto de buena voluntad ante sus semejantes.
¿Quién le aseguraba que no se repetiría la situación?
Era un hecho, Marfa H. mejor conocida como Trixie entre sus compañeras no solamente había conseguido su vida devuelta, también le habían dado un nuevo propósito: deshacerse de los asesinos que estaban masacrando la vida en ciudad Paraíso.
Sobre la autora:
Nacida en Veracruz, Ver, México. Licenciada en Lingüística y Literatura Hispánica. Lectora por pasión y narradora por convicción, ha publicado un par de relatos en páginas y fanzines nacionales e internacionales, como Página Salmón, Nosotras las wiccas, Los no letrados,
Caracola Magazine, Terasa Magazin, Perro negro de la calle, Necroscriptum, El gato descalzo, El cama- león, Poetómanos, Espejo Humeante, Teoría Ómicron, Revista Axioma, Melancolía desenchufada, Especulativas, Lunáticas MX, pero siempre con el deseo de dar a conocer más de su narrativa. Actualmente es directora de la revista Cósmica Fanzine.
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